Casper Klynge
Casper Klynge, embajador oficial en el sector tecnológico de Dinamarca. Foto de The Office of The Tech Ambassador (CC BY 4.0).

Como diplomático de carrera para el Reino de Dinamarca, Casper Klynge estuvo asignado con anterioridad en Indonesia. Ahora, con un equipo distribuido entre Copenhague, Silicon Valley y Pekín, China, encabeza una misión diplomática ante empresas de tecnología, algunas de las cuales cuentan con ingresos brutos que rivalizan con los de todo su país. Es el primer embajador oficial del mundo en el sector tecnológico.

Representar a un Estado que dialoga directamente con empresas en vez de países requiere una nueva manera de pensar. «Es un nuevo tipo de embajada”, dice. «No tenemos el mismo entendimiento común en ambos lados de lo que se trata una embajada y de lo que se supone debe hacer un embajador. De alguna manera, estamos inventando un nuevo vocabulario para entendernos mejor. Pero también hay semejanzas que no se deben pasar por alto”.

Una semejanza es la tarea fundamental del embajador de consultar las opiniones de las autoridades danesas. «Si un ministerio tiene un problema puntual o quiere que tratemos ciertas materias con una empresa específica, lo hacemos. Es muy similar a lo que uno haría como embajador ante un país”, dice.

«Algunas empresas del sector tecnológico están creciendo tanto y haciéndose tan poderosas que ejercen su influencia en asuntos globales, lo que es muy similar a lo que han hecho antes los Estados”, dice Klynge. «Nos guste o no, es la realidad”.

Participar en relaciones bilaterales con empresas es parte de una estrategia para asegurar que internet permanezca saludable para la sociedad. Fundamentalmente, Klynge ve el futuro de internet como el camino hacia un progreso positivo, aunque no está exento de elementos de riesgo.

«Internet es un commodity para hacer el bien. Es más un promotor y un facilitador de oportunidades que un obstáculo. Hemos visto un fortalecimiento ciudadano a nivel individual que es increíblemente importante. Por supuesto, puedes encontrar numerosos ejemplos del mal uso que se puede dar de internet, ya sea en ciberseguridad, radicalización en línea, ‘noticias falsas’, o interferencia electoral. Estos son asuntos críticos y es parte de nuestra labor observarlos e infundir en el sector privado un sentido de responsabilidad para reducir las oportunidades de usar internet para actividades perniciosas”, expresa.

Pero el rol diplomático de la nueva representación danesa no es solamente forjar lazos entre los sectores público y privado. Klynge también quiere replantear la relación entre los Gobiernos, el sector privado y la sociedad civil.

“Ya no se puede distinguir estos tres actores de una manera tradicional”, dice. «Hay una dimensión de valor en la tecnología que a veces se pasa por alto: ‘¿Cómo te aseguras de que la nueva tecnología es coherente con los valores democráticos, los derechos humanos, la inclusividad, etc.?’. Es ahí donde creo que la sociedad civil tiene una voz muy importante”.

Mirando el futuro cercano, algunas novedades tecnológicas claves a las que el equipo de Klynge está prestando mucha atención incluyen el impacto de la inteligencia artificial y la automatización en las fuerzas laborales nacionales.

“A nivel de país, debemos considerar los cambios masivos que traerá la inteligencia artificial. Y el vínculo con la automatización es obvio. La automatización no es nueva, la hemos visto en revoluciones industriales anteriores. Pero cuando la combinas con la inteligencia artificial, es un cambio radical que tendrá un enorme impacto, no solamente en la fuerza laboral obrera tradicional, sino también con los ejecutivos”, dice, y continúa con una sonrisa: «Tal vez, quién sabe, en algún momento, hasta los diplomáticos seamos considerados obsoletos”.