Al enfrentar al poder con la verdad, Filip Stojanovski ya había ganado enemigos con anterioridad. Como director de programa en la Fundación Metamorfosis en Macedonia, Stojanovski ayudó a crear un supervisor de medios, Media Fact-Checking Service, además de otros proyectos que apoyan el conocimiento abierto y la democracia en internet. Aun así, le pareció absurdo ver publicaciones patrocinadas en Facebook con vínculos a afirmaciones falsas que se hicieron sobre él en 2015.

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“Lo tenía claro, es una campaña de propaganda contra las personas que se niegan a quedarse calladas sobre los problemas que existen en este país”, dice. Todavía no sabe quién pagó por estas publicaciones.

Lo que Stojanovski sí sabe es que ocurrió en el contexto de una campaña, actualmente en marcha, que busca intimidar y calumniar a organizaciones de la sociedad civil en Macedonia.

Este tipo de fraude en las redes sociales está alcanzando proporciones epidémicas en todo el mundo, debido al menos en parte, a que la economía basada en anuncios publicitarios en la internet de hoy tiene serios problemas. Dejando de lado la política local, el aumento de la desinformación conocida bajo el concepto amplio de ‘noticias falsas’ debe ser entendida en un contexto de mercado dañino que permite recompensar comportamientos maliciosos para ganar dinero o beneficios políticos.

Hoy en día, la mayoría de las personas recibe al menos parte de sus noticias de las redes sociales. Para maximizar el pago por la visualización de anuncios, las cronologías de noticias y muros muestran el contenido que llama más la atención. Esto termina favoreciendo titulares que incitan reacciones (expresadas al compartir, hacer clic en “me gusta” y en los comentarios). Se suma a esto la capacidad de impulsar la visibilidad de cualquier mensaje comprando un “anuncio” dirigido a las personas con más probabilidades de reaccionar (de acuerdo a sus intereses, comportamientos y relaciones), por lo que cualquiera puede producir cantidades increíbles de desinformación – y dar seguimiento a su éxito. Sin tan solo la realidad fuera tan emocionante como la ficción…

El rango de actores que crea información falsa se extiende desde aquellos que son maliciosos a los que son simplemente oportunistas, tanto con objetivos locales y como globales. Y los tipos de personas que reenvían, comparten y difunden desinformación (cuando son personas reales y no bots) no tienen una característica única. Todos son susceptibles, aunque los extremistas son más propensos, tal vez porque están indignados sobre muchas cosas que otros no perciben como hechos.

En Estados Unidos, todavía resuenan los escándalos de desinformación (incluido el de los pedófilos en una pizzería asociada con Hillary Clinton) que empañaron la campaña presidencial de 2016, y las preguntas sobre qué rol tuvo la desinformación en la elección de Donald Trump. Los operativos rusos son protagonistas importantes en esta línea de investigación, basados en la clara evidencia de que una organización vinculada con el Kremlin, Internet Research Agency [Agencia de Investigación de Internet], gastó cientos de miles de dólares para avivar el discurso político tóxico, antes y después de las elecciones.

En este caso, la realidad es tan bizarra que se pensaría que es ficción.

Los rusos crearon docenas de páginas de Facebook ‘falsas’ como “BlackMattersUS” [“Los negros nos importan” o “Los negros importan a Estados Unidos] y “Heart of Texas» [Corazón de Texas] que imitan el lenguaje de diferentes extremos del espectro político en Estados Unidos. Atrayendo a miles de seguidores a las páginas, pudieron usarlos para organizar protestas en la vida real, e incluso una protesta y una contraprotesta al mismo tiempo.

Muchos titulares se han dedicado a Rusia vs. Estados Unidos, pero este tipo de acciones no son exclusivas de Rusia. En demasiados países – y esto ocurre en democracias y en estados autoritarios por igual – gobiernos, ejércitos y partidos políticos están usando internet para manipular a la opinión pública en su territorio o en el extranjero con aseveraciones completamente falsas. Emplean proxys y despliegan troles, bots y otras técnicas para ocultar quiénes son realmente.

Los macedonios están demasiado familiarizados con la interferencia de Rusia. Pero sus propias batallas con la desinformación vienen de mucho antes de la internet.

Filip Stojanovski cree que décadas de propaganda gubernamental durante las varias etapas del conflicto y transición del socialismo a la democracia en Macedonia, han dado como resultado ciudadanos hastiados. La desinformación es una característica frecuente de cómo se da forma a la opinión pública, dice, porque los medios tradicionales trabajan directamente al servicio de los partidos populistas.

Este ecosistema particular de verdad, mentiras y política ha demostrado ser terreno fértil para una industria artesanal de ‘noticias falsas’ que también hizo una breve aparición en las elecciones estadounidenses.

Periodistas de investigación en diferentes países (que empezaron incluso seis meses antes del día de las elecciones en Estados Unidos) rastrearon los orígenes de miles de historias de ‘noticias falsas’ a un pueblito en Macedonia llamado Veles, que era conocido por su porcelana. Los jóvenes de ahí han creado cientos de sitios web con titulares en inglés diseñados para ganar dólares de publicidad digital. Producen sitios web sobre cualquier cosa desde salud y deportes, hasta finanzas y más.

Pero, ¿qué les pareció más lucrativo? Las historias sobre Donald Trump. Explotando la misma mecánica de las redes sociales descrita arriba, adolescentes macedonios pudieron hacer que la “economía de la atención” trabajara para ellos. Realísticamente hablando, son las mismas dinámicas que hacen de Trump la mayor noticia en los principales medios de noticias digitales en Estados Unidos. Las personas hacen clic, los anuncios pagan, se escriben más artículos.

La información errónea en línea es una amenaza importante para la salud de internet y de toda las sociedades que la sufren, debido a su potencial de generar desorden político, el debilitamiento de la verdad, odio y rumores que se difunden sobre conflictos o desastres, pero también debido a que algunos políticos intentan dar soluciones rápidas (con o sin motivos ulteriores) que pueden amenazar la apertura de internet.

Por ejemplo, la reacción de Alemania a la información errónea y el discurso de odio en línea fue hacer responsables a las plataformas de redes sociales de retirar el contenido ilegal. Otros países, como Rusia y Kenia, han aprobado leyes que siguieron ese ejemplo. Debemos tener cuidado con cualquier solución que convierta a Facebook, Twitter o a cualquier otra corporación (o sus algoritmos) en los guardianes de internet.

En lugar de ofrecer soluciones rápidas, debemos tomarnos el tiempo de entender mejor el problema y el caleidoscopio de actores y síntomas que existen. Enfrentamos una mezcla de: noticias basura, propaganda computacional, contaminación de la información y una baja alfabetización digital.

Numerosas personas ya están trabajando en crear nuevas formas de enfrentar partes del problema. Programadores y editores están tratando de construir comunidades más reflexivas y equilibradas en torno a sus noticias. The Credibility Coalition [Coalición de la Credibilidad] está trabajando en desarrollar un estándar de la web que ayude a detectar contenido menos veraz o confiable. Algunos profesores están elaborando currículos para ayudar a los estudiantes a luchar contra la información errónea. Y las plataformas sociales están tratando de hacer los anuncios políticos más transparentes, aunque su efecto sea limitado. Estos son los inicios de muchas ideas.

A pesar de que iniciativas como estas tengan éxito, muchos sostienen que todavía deberán abordar un problema aún mayor para la salud de internet: el modelo existente de los anuncios publicitarios y la forma de relacionarse en línea que recompensan el abuso, el fraude y la información errónea. Es difícil imaginar las solución de este problema sin pensar en regulación, cambios radicales en los modelos de negocio de internet, o ambos.

Tampoco podemos caer en la trampa de culpar a la tecnología por las condiciones económicas globales y sociales que nos llevan hacia un debate político cada vez más polarizado, con medios ultra partisanos o por cualquiera de los factores humanos que contribuyen a estos problemas.

Que se esté abusando y debilitando a las propias herramientas diseñadas para el discurso cívico y la construcción de una comunidad beneficia precisamente a quienes prefieren las sociedades cerradas, con menos datos y con una internet menos saludable.

Aunque estos problemas son grandes y difíciles. brindar soluciones es fundamental para la salud de internet – y de nuestra sociedad. Si podemos abordar estos problemas manteniendo intacta la naturaleza abierta, proclive a la libre expresión de internet, tenemos el potencial de revigorizar la esfera pública. Si no, quedaremos atrapados en un gran desorden.

Esa es la verdad.

Lectura adicional:

Why education is the only antidote to fake news [Por qué la educación es el único antídoto contra las noticias falsas], Huw Davies, New Statesman, 2018
Real News About Fake News [Noticias Reales sobre las Noticias Falsas], Nieman Lab
The Fake News Machine  [La Máquina de Noticias Falsas], CNN Money, 2017
Fake News and Cyber Propaganda: The Use and Abuse of Social Media [Propaganda: Uso y abuso de medios sociales], TrendMicro, 2017