Entender el problema

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Internet es transformativa porque es abierta: todos pueden participar e innovar. Pero la apertura no está garantizada – siempre está bajo ataque.

La apertura es un pilar fundamental de internet. Ahora, el mundo digital existe porque la gente no necesita autorización para crear para y en la web.

Aún en 2019, la apertura de internet es tan radical —y está tan amenazada — como siempre.

En todo el mundo, los Gobiernos siguen restringiendo el acceso a internet de muchas maneras, que van desde censura completa a exigir pago de impuestos por usar medios sociales, a cerrar o bajar la velocidad de internet para silenciar el desacuerdo. Poderosos grupos de presión están ganando batallas para regímenes de propiedad intelectual más restrictivos, y las plataformas de grandes empresas de tecnología nos encierran en sistemas patentados.

Al mismo tiempo, la web abierta es resiliente.

Voluntarios de la comunidad de Wikidata de Wikimedia han creado una estructura de datos que permite que humanos y máquinas puedan leer y editar contenido. Los defensores de datos abiertos presionan por mayor transparencia para entender cómo las empresas crean perfiles digitales de nosotros y qué harán con los datos.

Pero persiste una tensión entre apertura e inclusión. A pesar de las medidas tomadas, el discurso de odio y el acoso en plataformas en línea persisten como un problema urgente y serio.

En Alemania, un año después de su implementación, una ley para reducir el discurso de odio en línea no ha sido particularmente efectiva para resolver lo que debía hacer ni tan restrictiva como muchos temían.

Pero la falta de evidencia fuerte no detiene que se introduzcan regulaciones similares en otros lugares. La Unión Europea está debatiendo actualmente nuevas reglas que exigirían a empresas de todos los tamaños retirar ‘contenido terrorista’ en el término de una hora, bajo apercibimiento de duras penalidades.

Los opositores advierten que la ley corre el riesgo de socavar los derechos fundamentales de las personas y de suprimir la competencia con un parámetro que solamente las empresas más grandes pueden cumplir.

Los análisis intensificados sobre inteligencia artificial y toma de decisiones automatizada (IA) también presentan nuevos ángulos a este debate.

Nuevas herramientas de IA fáciles de usar han hecho que sea más fácil crear ultrafalsos: los medios pueden representar a una persona diciendo algo que nunca dijo. Esta clase de novedades plantea una pregunta fundamental: ¿cómo mitigamos los verdaderos perjuicios de podría causar el mal uso de una tecnología, sobre todo a grupos vulnerables, sin sacrificar los beneficios de la internet abierta?

A veces, el mejor enfoque puede ser nunca darlo a conocer.

Recientemente, OpenAI elaboró un modelo de lenguaje tan bueno en generar texto convincente automáticamente que quedaron preocupados de que sea mal utilizado. Para mitigar los daños potenciales, la organización decidió lanzar una versión limitada de la herramienta. La decisión generó críticas de que eso es lo “opuesto a abierto”, mientras otros elogiaron la decisión como un “nuevo parámetro para la ética”.

Afrontar el desafío de salvaguardar la internet abierta mientras construimos un mundo digital inclusivo sigue siendo una tarea crucial para empresas, tecnólogos, legisladores y ciudadanos por igual.

Esto es cierto sobre todo cuando emerge una nueva dimensión, centrada en torno a una pregunta urgente: ¿cómo decidimos qué tecnología elaborar y usar?

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