Los trabajadores de tecnología se sublevan

Liz Fong Jones
Liz Fonge Jones. Foto usada con autorización.

En abril de 2019, Google desarmó su flamante junta de ética para el desarrollo de la inteligencia artificial (IA) después de apenas una semana. El anuncio llegó después de una protesta que realizaron miles de trabajadores de Google, indignados porque la junta incluía a algunos miembros que estaban acusados de discriminación contra personas transgénero, de escepticismo ante el cambio climático y de usar inteligencia artificial en conflictos bélicos.

Desde comienzos de 2017, algunas protestas internas como las de Google, Amazon, Microsoft y otras empresas de tecnología han pasado a estar a la vista del público. Ingenieros de software, investigadores y otros profesionales vinculados a estas empresas han surgido como una fuerza que busca que asuman su responsabilidad ética.

#TechWontBuildIt [La tecnología no lo hará] ha sido una etiqueta movilizadora en Twitter.

Mientras las empresas compiten en la creación de inteligencia artificial y otros servicios y software que pueden usar las autoridades militares, de inmigración y de aplicación de la ley, muchos ingenieros están dispuestos a garantizar que la privacidad, la igualdad y la seguridad sean parte de la ecuación. Como resultado, las empresas de tecnología están comenzando a poner la lealtad de sus trabajadores a prueba.

En Microsoft y Salesforce, cientos de trabajadores hicieron campaña en junio para detener la venta de inteligencia artificial a autoridades de inmigración de Estados Unidos después de que los hijos de migrantes fueran separados de sus padres por la fuerza. Miles de trabajadores de Amazon han pedido a la empresa que adopte un plan más agresivo para enfrentar el cambio climático, luego de otra protesta interna que pedía a la empresa que dejara de vender su software de reconocimiento facil con prejuicios raciales al departamento de migraciones del Gobierno de Estados Unidos.

Para todos quienes esperan que los gigantes de la tecnología adopten los acuerdos internacionales que existen sobre derechos humanos, derechos laborales y otros que buscan promover el bien común, es una noticia emocionante saber que los trabajadores de tecnología también están protestando.

Pero, lamentablemente, es un enfoque precario para quienes se involucran. Se produce discordia entre los trabajadores, amenazas de represalias de parte de sus superiores y riesgos de exposición pública y acoso.

Aunque la mayoría de los trabajadores estuviese de acuerdo frente a un tema en particular, las empresas no funcionan como democracias. Aún así, cada vez más personas sienten la necesidad de alzar la voz y, también, han visto resultados claros tras haberse organizado.

Uno de esos trabajadores (ahora ex) es Liz Fong-Jones, que salió de Google a comienzos de 2019. Entró a la empresa a comienzos de 2008, inspirada por su misión de organizar la información del mundo y hacer que sea universalmente útil y accesible. A lo largo de los años, ayudó a los trabajadores a perfeccionar la forma en la cual pueden canalizar su indignación frente a prácticas éticamente cuestionables mediante una contraposición bien organizada, como por ejemplo ocurrió en en 2010 con la política de “nombre real” en Google Plus.

Utilizando las principales herramientas de comunicación de la empresa, los líderes de los trabajadores de Google han logrado organizar y reunir a sus colegas en repetidas ocasiones para que defiendan los ideales de la empresa cuando la administración no lo ha logrado. «Tienes que ser demasiado bueno en tu trabajo para ser capaz de defenderte de las repercusiones o para encontrar tiempo disponible para dedicarte a eso», dice Fong-Jones.

Su mayor acción a la fecha llegó en octubre de 2018, cuando los trabajadores de Google encabezaron “Walkout for Real Change” [Caminata por un cambio real] con más de 20 000 trabajadores que se reunieron para protestar contra las malas prácticas frente al acoso sexual. La acción generó gran conciencia y una ola de titulares. Los trabajadores tuvieron una victoria parcial al cabo de una semana de la caminata, que resonó más cuando Facebook, eBay y Airbnb se sumaron inmediatamente la iniciativa de Google de terminar la práctica contractual de “arbitraje forzoso” y abrir la posibilidad de que hubiesen demandas de trabajadores por discriminación o terminación indebida.

Sin embargo, en opinión de Fong-Jones, Google no tomó en serio las demandas centrales de la huelga. La victoria lograda en el arbitraje solamente se aplica a los trabajadores actuales de jornada completa, no a los temporales, vendedores ni contratistas. De manera más crítica, en opinión de Fong-Jones, la administración eludió su pedido de tener un trabajador en la junta directiva. Renunció a la empresa tras luchar nueve años, pero defiende la idea de que los trabajadores de tecnología encuentrarán más influencia en una acción colectiva, como una huelga, que a través de un número menor de renuncias.

Por su parte, Fong-Jones sigue potenciando la influencia de los trabajadores de tecnología. Cuando se filtró la noticia de que Google estaba elaborando un motor de búsqueda censurado en China, ella lanzó (y logró donaciones para) un fondo de huelgas que recaudó más de 200 000 dólares. Los fondos están destinados a apoyar económicamente a personal vulnerable de Google (como quienes tienen visas de trabajo) que se unen a una huelga o que renuncian en respuesta a conductas impropias de la empresa.

El software y los algoritmos reflejan los sesgos de sus creadores, que es una razón por la que la diversidad y la igualdad entre quienes trabajan para las mayores empresas de internet es importante para la salud de internet. Con nuevas tecnologías, incluyendo la inteligencia artificial, que tienen un impacto mayor en nuestras vidas e implican mayores riesgos para los grupos más vulnerables, es importante que las empresas lo oigan venir de una base amplia y diversa de trabajadores –– y escuchen cuando suenen las alarmas. Mientras los defensores de una internet más saludable tratan de ver cómo pueden presionar para lograr un cambio, parece que muchos de los trabajadores de tecnología son aliados bien preparados.

¿Cómo pueden los trabajadores impulsar el cambio en las grandes empresas de tecnología?

  1. Los trabajadores de la recnología no apoyan su uso opresor – CHOCANDO EL CARRO

    […] original: internethealthreport.org fecha: Abril […]