Lo sepas o no, estamos intercambiando información personal más que nunca.
Los modelos de negocio fundamentales de internet dependen de saber tanto como sea posible sobre todos, y analizar, reempaquetar y vender esa información. Esas minas de datos permiten muchos nuevos servicios, como el aprendizaje automático y el reconocimiento de voz. Pero la recopilación de datos también está acompañada de un constante riesgo de que nuestra información social, financiera o política se filtre de maneras que nos exponga a un perjuicio.
En 2017, las revelaciones de filtraciones tras filtraciones – Equifax, Yahoo, Uber, la lista sigue – muestra que muchas empresas a las que confiamos nuestros datos no están haciendo lo suficiente. Los ojos entrometidos del Gobierno también están viendo.
La seguridad es cada vez más difícil de ser ofrecida a escala. Todas las tecnologías, ya sean software o hardware, presentan nuevos riesgos. En 2017, el ransomware WannaCry paralizó objetivos de alto perfil, como por ejemplo el Servicio Nacional de Salud de Gran Bretaña. Un fallo en los microchips Intel puso en riesgo a millones de dispositivos. Las redes eléctricas en Ucrania y Estados Unidos fueron atacadas.
Pero las personas no están aceptando pasivamente estos riesgos. Están creando tecnología para proteger infraestructura clave de ataques. Equipos voluntarios de ciberseguridad responden a emergencias. Los esfuerzos de Cyberpeace continúan ante la guerra de información a nivel mundial.
A medida que internet se expanda a más dispositivos conectados, el desafío crecerá. Hemos llegado a un punto en que quedarse fuera no es opción. En una época en que los hogares tienen máquinas que escuchan, los centros comerciales tienen cámaras de reconocimiento facial y las imágenes de satélite pueden identificar nuestros autos, ¿podemos realmente controlar las huellas digitales que dejamos?
A pesar de estos enormes desafíos, han habido avances.
Este año en Europa, un nuevo Reglamento General de Protección de Datos (GDPR) hará que las empresas se adhieran a estrictos términos de privacidad y consentimiento, lo que elevará la barrera de lo que exigimos a los poseedores de datos en todo el mundo. Más personas están usando técnicas de seguridad como autenticación de dos factores, aunque siguen siendo una minoría. Y hemos visto la aceptación de la encriptación para la mensajería y el tráfico web.
En los próximos años, deberíamos pedir leyes integrales de protección de datos en todo el mundo, y hacer que las empresas tomen en serio la seguridad.
Y sí, también deberíamos escoger mejores contraseñas.