Internet nos pertenece a todos. Se distribuye a través de una red descentralizada de computadoras que ninguna autoridad puede dominar. Ese es el sueño. La realidad es totalmente diferente.
Sin incluir a China, la experiencia mundial de internet está dominada por cinco empresas de Estados Unidos. Estas empresas han desarrollado tecnologías que son usadas y aprovechadas por millones de personas. Pero su concentración de poder y sus modelos de negocios, que exigen saber todo de todos, son una amenaza para la salud de internet.
Es cada vez más recurrente el preguntarse si es hora de desafiar o “deshacerse” de las grandes empresas de tecnología.
En 2017, la Comisión Europea impuso a Google una enorme multa de $2.800 millones de dólares después de un proceso legal de siete años. Y la desmesurada influencia de algunas empresas de medios sociales se volvió más evidente cuando Facebook, Twitter y Google recibieron llamados de atención oficiales por el uso que Rusia dio a sus plataformas para difundir información errónea durante las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2016.
En China, el dominio del gigante de las aplicaciones móviles WeChat alcanzará un nuevo nivel si el Gobierno considera exitosas las pruebas que se han hecho en las cuentas de 900 millones de usuarios para duplicarlas como documentos de identidad nacionales.
Las empresas de telecomunicaciones plantean una amenaza a la descentralización cuando ofrecen ofertas auspiciadas en contenido específico en la web, como mensajería o música, que deja en desventaja a los pequeños actores. Para quienes creemos que se debe tratar igual a todo el contenido, esto es inaceptable. Se han ganado algunas batallas para la neutralidad en la red, pero las peleas están lejos de terminar.
Ahora, una pregunta ronda en el ambiente: ¿cómo podemos restablecer el equilibrio de poder entre las empresas de internet más importantes y los miles de millones que usamos sus servicios todos los días?
¿Cómo deberíamos gobernar en un mundo donde unas pocas empresas tienen más riqueza que muchos países? ¿Podemos distribuir más control sobre las tecnologías web, usando principios entre pares, cadena de bloques y otros nuevos principios para las redes sociales? No hay respuestas fáciles, pero podemos exigir servicios que sean abiertos e inter-operables, prácticas de negocios más éticas y un mercado que favorezca la competencia, la innovación y una diversidad de servicios disponibles para todos nosotros.