Los usuarios encendieron teléfonos a su alrededor

Los teléfonos móviles ya están sonando en 30 comunidades rurales e indígenas en Oaxaca, México.

Los teléfonos móviles ya están sonando en 30 comunidades rurales e indígenas en Oaxaca, México. Antes estaban fuera del alcance de los celulares, pero las comunidades se unieron a Rhizomatica, pequeña entidad sin fines de lucro con una meta grande: poner a las personas en control de sus propias redes celulares que funcionan en internet.

Desde 2013, Rhizomatica ha ayudado a instalar 17 torres celulares en el sur de México con fondos recaudados por los propios miembros de la comunidad (aproximadamente US$7,500 por cada torre), y ha creado redes que sirven aproximadamente a 3,000 usuarios diarios en lugares alejados.

Cerca de 370 millones de personas en el mundo viven en lugares que no tienen cobertura de telefonía móvil. Aunqune las señales están dentro del alcance, el precio de voz y datos es muy alto para más de 2,000 millones de personas en todo el mundo, según la Unión Internacional de Telecomunicaciones.

Antena de Rhizomatica en Alotepec, Oaxaca, México, 2015. Publicada por Onion en Wikimedia Commons (CC-BY 3.0).

En México, Rhizomatica determinó los requerimientos técnicos y ayudó a formar una asociación con líderes de la comunidad llamada Telecomunicaciones Indígenas Comunitarias (TIC) para brindar asistencia técnica y legal a las comunidades que quieran estar conectadas.

TIC logró ejercer presión sobre el gobierno mexicano para obtener permiso de usar una porción del espectro radial para el bien común, con lo que se convirtió en el primer servicio comunitario de telecomunicaciones que recibió una concesión social, básicamente una licencia, del gobierno mexicano.

“La legislación está entre las más progresistas del mundo”, dijo Peter Bloom, fundador de Rhizomatica. Su organización logró convencer a las autoridades regulatorias de la necesidad de redes comunitarias descentralizadas pues hay cerca de 50,000 pueblos sin cobertura celular en México, en su mayoría rurales y pobres, por lo que las principales empresas de telecomunicaciones no tenían mayor incentivo financiero para mejorar la cobertura.

Conectarse a un operador existente costaría millones de dólares, por lo que Bloom imaginó una red celular cuyos propietarios podrían ser las mismas comunidades. Y eso fue lo que construyeron: la estación base que proporciona una señal celular a tu teléfono está acoplada a una computadora que ejecuta software que copia telefonía móvil. La radio definida por el software es lo que hace que todo el proceso tenga un precio asequible —ahora se puede transmitir desde cualquier computadora lo que antes requería costoso software.

La tarifa mensual por las redes —por lo general, US$2 por persona— cubre el costo de la conexión a internet y la electricidad y también que alguien en la comunidad mantenga la red; el 35 por ciento de lo cobrado regresa a TIC para asistencia técnica y regulatoria.

Las soluciones descentralizadas a los problemas no son nuevas para las comunidades pobres en México. El gobierno federal ha descuidado por mucho tiempo la infraestructura local de caminos y comunicaciones, así que los habitantes de la zona están acostumbrados a hacer las cosas ellos mismos. “Las comunidades aquí tienen mentalidad muy autónoma”, dice Bloom.

El nombre Rhizomatica viene de “rizoma”, término biológico referido a plantas cuyos sistemas de raíces están distribuidos e interconectados y no centralizados con un alto riesgo de presentar fallos. Y ese es exactamente el espíritu que aplican a su trabajo.

Ahora, Rhizomatica está trabajando con personas en Nicaragua, Colombia y Brasil para transferir conocimiento y exhortar para tener entornos legales y regulatorios más favorables ahí también. “Queremos participar políticamente, para que el ecosistema de internet y de nuestras vidas digitales puede estar más bajo control de quienes están viniendo en línea” dice Bloom.