Llamado a todos los ciudadanos de internet

Cuando recién me enamoré de internet a mediados de los año 90, era algo colectivo que pertenecía a todos: un lugar donde cualquiera en línea podía publicar o hacer cualquier cosa. Se podía hacer sin pedir autorización a una editorial, un banquero o un gobierno. Era una revelación. Y me hizo —y a innumerables millones más— muy feliz.

Desde entonces, internet solamente ha crecido como plataforma para nuestra creatividad, inventiva y autoexpresión colectiva. Seremos cinco mil millones en internet en 2020. Y grandes porciones de internet seguirán siendo tan abiertas y descentralizadas como eran en los primeros tiempos. Al menos, es mi esperanza.

Pero cuando Mark Zuckerberg de Facebook aparece en la portada de The Economist retratado como un emperador romano, me pregunto: ¿internet se está dividiendo en grandes imperios que monopolizan las actividades de todos los días como búsqueda, conversaciones con amigos o compras? ¿Realmente puede ser abierta y descentralizada?

De manera similar, cuando leo que los piratas informáticos convierten millones de cámaras web domésticas y grabadoras de video en un ejército de bots, me pregunto si este valioso recurso público puede seguir estando a salvo, seguro y confiable. ¿Podemos sobrevivir?

Estas preguntas se vuelven más críticas ahora que entramos a una era en que internet empieza a cubrirnos, casi literalmente.

Piénsenlo: estamos rodeados cada vez más de dispositivos conectados que deben ‘ayudarnos’ en todos los aspectos de nuestra vida —comer, caminar, conducir, cultivar comida, encontrar un lugar de estacionamiento, tener relaciones sexuales, construir un aparato pequeño, tener un bebé (o no), administrar una ciudad. La llamada Internet de las Cosas incluirá 20.8 mil millones de dispositivos para 2020, y todos recopilarán y ordenarán información constantemente.

La Internet de las Cosas, sistemas autónomos, inteligencia artificial: sin duda, estas innovaciones mejorarán nuestras vidas y nuestra sociedad. Sin embargo, también crearán un mundo donde ya no solamente ‘usaremos una computadora’, viviremos dentro de una computadora.

Esto cambia las cosas. Internet es ahora nuestro ambiente. Cómo funciona —y si es saludable— tiene un impacto directo en felicidad, nuestra privacidad, nuestra billetera, nuestras economías y democracias.

Es por eso que me despierto cada día pensando en la salud de internet. Es también la razón por la que me enfoco en hacer que más personas piensen en esto como un asunto que nos afecta a todos.

Los ambientalistas en los años 60 enfrentaron el mismo problema. Pocas personas sabían que la salud del planeta estaba en riesgo. Elaboraron un movimiento global que ayudó al público a entender temas especializados como la capa de ozono y energías renovables, que a la larga cambiaron leyes y generaron muchas industrias comprometidas con asuntos ecológicos. Convirtieron el medio ambiente en un asunto dominante.

Necesitamos un movimiento similar para la salud de internet. Necesitamos ayudar a que las personas entiendan lo que está en riesgo y lo que pueden hacer.

En Mozilla, hemos empezado a trabajar en el Informe de la Salud de Internet exactamente por esa razón. Es un proyecto de fuente abierta para documentar y explicar qué le está pasando a este valioso recurso público. Esperamos que difundas, critiques y destroces lo que hemos empezado para hacerlo mejor.

La buena noticia es que podemos tener impacto en la salud de internet. Está diseñado así. Podemos construir nuevas partes y enseñar a las personas a que le saquen el máximo provecho a lo que hay. Podemos señalar lo que está mal y mejorarlo. Si hacemos este trabajo juntos, creo que podemos expandir y avivar el movimiento para hacer que internet sea mucho más saludable para el futuro.